Las clínicas veterinarias no dejan de ser un negocio y, como en todo negocio, pueden acabar entrando capitales externos con el fin de sacar beneficio económico, lo que a veces supone descuidar la atención a los pacientes.
Debido a esta situación, alrededor de 6.000 clínicas veterinarias corren peligro de desaparecer. Así lo aseguran la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (Upta) y Aevet (Asociación Española de Veterinarios Clínicos). El presidente de Aevet, Benito A. Pérez Delgado manifiesta a Animal’s Health que “una clínica es un negocio que puede funcionar de muchas maneras, por lo que el hecho de que lo abra un capital ajeno es una posibilidad”. Si bien, “cuando la prioridad es el dinero puede ser que no se atienda exactamente bien a los animales como lo hacemos nosotros”, apunta.
Por otra parte, entre los veterinarios existe la preocupación de que con los modelos de negocio “low cost” se descuide la atención a las mascotas, y por ello, la presidenta de la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE), Delia Saleno, propone “crear protocolos de actuación que hoy en día no tenemos” y “crear un entorno donde todos juguemos con las mismas reglas y tengamos referencia de lo que es correcto o lo que no es correcto”.
En esta línea, la falta de protocolos es una de las situaciones de las que se queja el presidente de Aevet, “en otros países está mucho más regulado que en el nuestro”, como en Francia, donde "se limita el porcentaje de capital ajeno en las clínicas”.
Además, el hecho de que se creen estas cadenas de clínicas veterinarias provoca que el veterinario autónomo sea absorbido y sea muy complicado competir ante ellos. Por esta razón, ya se están produciendo movimientos alternativos como la creación de una agrupación de interés económico de las clínicas veterinarias gallegas. Antonio Reinoso, vicepresidente de la Asociación Española de Veterinarios Clínicos (Aevet) y uno de los impulsores de la propuesta, expresa que “los fondos de inversión y franquicias nos han motivado a emprender esta iniciativa para intentar contrarrestarlos”.
Esta situación no es ajena a los Colegios Veterinarios, desde el Colegio de Veterinarios de Sevilla también se han pronunciado por temor de que no se cumplan los estándares mínimos de calidad y explican que “éste es un tema que nos preocupa y seguiremos trabajando para identificar aquellos centros veterinarios cuyas malas praxis no garanticen el cumplimiento del código deontológico veterinario veterinario en cualquier ámbito de la medicina de animales de compañía".
Sin embargo, también hay opiniones que no consideran un grave problema la entrada de estos fondos de inversión. Así lo cree la veterinaria Inmaculada Pérez, que considera que “el sector carece de formación para sacar beneficio económico y el que sabe gestionar bien se aprovecha de esas carencias”. Pérez explica que “pueden darse algunos casos de mala atención, pero no tiene por qué ir vinculado el concepto de franquicia con el de mala atención al público”.